martes, 5 de abril de 2011


Necesito limpiar mi cabeza, ordenarla. Las cosas van y vienen y mientras tanto mi mente las sigue. Es un constante vaivén, que nunca termina ni se decide. Esto, lo otro, esto y lo otro. Me voy un poco para allá, un poco para acá. Me quedo en el medio siempre, con nada. Ni esto ni lo otro, ni un poco de cada, nada. Es un revoltijo que no me deja en paz. Pienso esto: hago esto; pienso lo otro, hago lo otro. No necesito enumerar las cosas ni mucho menos nombrarlas porque se trata de todo, de mí, de eso, de aquello. Nada tiene nada y todo tiene todo. ¿Necesito aclarar o explicar algo? Si es sólo más de lo mismo. Esto sí, pero no con eso. Eso sí pero no con esto. ¿Entonces? No existe tal orden, pero el desorden mismo se está volviendo un orden imbancable. Lo que va y lo que viene, lo hace siempre de la misma forma, con todo. Por eso digo, ¿qué orden quiero, si el desorden que tengo es un maldito orden? Si, maldito. Maldito porque no me deja decidirme, por momentos una cosa y por momentos la otra que es completamente distinta. Todo lo que pasa me hace desordenarme estratégicamente. No quiero ordenarme ni desordenarme más, sólo quiero disfrutar sin ir de acá para allá.

1 comentario:

Nacho Rodríguez dijo...

laaa mica, que polenta que le pones al blog, me gusta.. soy nacho; no se si te acordas de mi o no, pero en fin, creo que dejar salir el interior de la osamenta no es facil, y es muy meritorio =)