miércoles, 18 de febrero de 2009


No puedo soportar la oscuridad, y no es por miedo, sino porque me obliga a pensar y torturarme, a dejar que mil lágrimas se resbalen por mi cara, a desilucionarme de lo que soy, a idear maldades en mi contra. Odio la oscuridad porque aumenta el dolor que siento dentro, la presión de cosas que me afectan negativamente. Me hace irritar y temblar, con desesperación, buscando salidas inadecuadas o ayuda en cosas que jamás que la podrán brindar. Me obliga a encerrarme en mí otra vez, aumentando la ansiedad por estar bien, o dejar de estar. Todo se concentra, los problemas, las fallas, errores, todo. Y así es como termino, en un rincón de mi habitación, pensando, arrepintiendome, ideando...

martes, 10 de febrero de 2009


Y después de cada encuentro con aquella situación que me torturaba dos veces al día, eliminaba cada sustancia de mi cuerpo. Sacaba de adentro mío aquellas cosas que los demás conseideraban buenas mientras yo las sentía el peor castigo. Se iban de mí, pero también se llevaban mi alma, mis penas, mis fallas. No me costaba para nada barato, consigo traía una adiccion a repetirlo cada vez que lo necesitase. Generandome pensamientos confusos que me inspiraban a más.. más dolor, más tortura, más mal. Ideando en mi mente todo tipo de estrategias, oscuras estrategias que no eran precisamente para mi propio bien, sino para adelantarle trabajo a aquel que podría resultar ser mi asesino, descontandome minutos de vida. Todo sin una gran importancia, teniendo sabidas las consecuencia que traía. Pero aún así, se volvía cada vez más dulce, adictivo y placentero.

martes, 3 de febrero de 2009


Siento ataques, o no se como llamarlo... Desesperación, intensa necesidad de descargar un par de lágrimas a cada instante. Agobiantes dolores de cabeza cada noche, acompañados de un temblor, irritante temblor causado por mis nervios. Además, siento esa interminable sensación de falta, de que hay algo ausente en mí que hace bastante tiempo ya que altera mi estado. Provocando en mí un malestar sin fin que no solo me afecta sino que a la larga va cambiandome y a la vez, matandome lentamente y sin piedad. Esto sin tener en cuenta el inmenso dolor que siento en mi garganta cada noche por la presión de ese maldito nudo que aparece sin ningún tipo de buena intención. Todo se complementa para hacerme mal, para hacerme sentir vacía, y sin destino.

lunes, 2 de febrero de 2009


Creo que llega un momento en la vida de cada uno en la que empieza a pensar. Pero pensar de otra forma, de una manera más profunda y cuidadosa. Empezando a intentar no dejar pasar ningún detalle, para entender cada situación. A esto acompaña la reflexión de sucesos pasados y por pasar, entonces uno se pregunta tantas cosas. Aunque pareciera que no, que nunca llega a encontrar la respuesta. Pero igual lo intenta, todos lo intentan. Levantar la cabeza, decir “yo puedo”, pensar de manera optimista, dar la cara. A cada uno se le da de manera distinta, y como consecuencia de diferentes cosas. Admito que a mi me costó ponerme a pensar las cosas de otra forma, de otro punto de vista, desde otra perspectiva. En fin, pude reflexionar pero a la vez me llene de un millón de preguntas más. Qué pasa si entre todos intentamos responderlas? Nada, cada uno debe resolver esos enigmas solo. Entonces empiezo a encerrarme en mi, a dejar de buscar ayuda ajena, a dibujar sonrisas falsas en mi cara, haciéndole creer a los demás que estoy bien. Pero, qué pasa si los demás hacen lo mismo? No se, porque ni siquiera estoy segura si lo hacen. Entonces, quién está mal? Yo, los demás, todos? Que pasa? Nadie sabe que pasa. Y ahí empiezan las confusiones. Más de uno no se las bancan, otros las ignoran, otros las enfrentan. Pero quién quiere aceptar las cosas y pelearla? Pocos, y no se si me puedo considerar parte de ellos. Sólo se, que puedo responderme un par de preguntas de las tantas que me hice. Por ejemplo, estoy segura que todos alguna vez se preguntaron o a alguien más: “¿sos feliz?”. Pero yo lo vi diferente. Cuando me hacen esa pregunta pienso, que no, pero que sí. Entonces? Ya entendí. La felicidad llega por momentos, y estos están mezclados y qué pasa… cuándo queremos encontrarla, no podemos. Porque tenemos que dejarla llegar, pero mientras tanto, mantenernos bien, porque el día que llegue, no vamos a estar listos. Yo pienso, en consecuencia de esto… cuál sería la pregunta? Para saber responder pensé un poco más. Felicidad hay en momentos, como en otros no. Y ahí estaba la respuesta, en frente de mis ojos. No se trata de saber si somos felices, porque todos en algún momento lo somos; se trata de saber si pasamos más momentos felices que de otra manera. Y ahí está el problema, quién lo sabe? Entonces dejemos de preguntar si alguien es feliz y preguntémosle si paso muchos momentos de felicidad. Por lo menos para mí, fue aliviante el momento en el que resolví ese enigma. Lo que pasa es que cuando comienzan a aparecer respuestas, uno se entusiasma y busca más. Y llega otra respuesta, y otra. Entonces qué hace uno? Intenta enseñarle a los demás su propia teoría, pero como dije antes, cada uno tiene que hacerlo a su manera. Puede que lo que digo le sirva a alguno a encontrar su propia respuesta. Otro ejemplo, cuando decimos a alguien que sea fuerte. Qué le estamos diciendo? Que haga lo que nosotros no pudimos, que este bien a pesar de todo, que enfrente las cosas con las fuerzas que le quedan. Creo que cada vez que le aconsejo a alguien que sea fuerte, pienso por dentro que en realidad, le estoy pidiendo que sea fuerte, que me demuestre que se puede, que todos podemos. Y ahí es cuando abro los ojos y veo que si, que a pesar de todo se puede. Pero qué? Llega mi momento de debilidad y ahí estoy, siendo aconsejada por alguien que me repite lo que alguna vez le dije y escucho la frase, “se fuerte mica, vos podes”. Y puedo ver las cosas claras, en ocasiones levantar la cabeza y decir, “yo puedo”, pelear. Ayer tuve la oportunidad de reflexionar un poco más sobre otras cosas como… bastantes personas se encuentran mal, y quien lo hace necesita ver a los demás bien. Y uno toma el papel del payasito, del que está bien, del alegre. Pero no, sólo por intentar ver bien a quienes están en la misma situación que nosotros, nos destruye un poco más. Pude darme cuenta, que quienes aparentan estar mejor, son quienes menos lo están. Y aunque creía saberlo, lo pensé mejor y termine de darme cuenta que las situaciones necesitas tres miradas: una superficial, otra profunda y una que vaya más allá de lo que tenemos frente a nosotros, que busque pasados, causas. Entonces pienso, todos creemos saber cosas que no sabemos con exactitud. Y nos da bronca no entender algo que tenemos en frente de nuestros ojos. Pero no hay problema con eso, cada uno tiene su tiempo para entender. Yo decidí hoy, no dejar pasar nada, y así entender. Pero tengo 15 años, y cualquiera como yo podría, a cualquier edad también. En fin, para cerrar un poco todo esto, sólo quería aconsejar a quienes escuchen mi consejo, que no crean saber todo, sino que analicen bien lo que supuestamente saben. Y recuerden lo que alguien alguna vez dijo: “sólo se, que no se nada”.