
Yo podía triunfar porque sabía que alguien apostaba por mi. Pero hoy en día, llego y sólo se que todo tipo de esperanza depositada en mi, se esfumó por completo. Cómo avanzar sabiendo que resulto ser una desilusión, un proyecto que falló. Aunque en definitiva no es tan terrible desilusionar a otros, pero esta vez va mucho más allá: porque desilusionar a otros puede ser horrible, pero desilusionarse a sí mismo, ni siquiera existe palabra para describirlo. Es eso lo que no me permitía volver a ser lo que alguna vez fui: excelente. Y es el secreto que hoy en día puedo descifrar. Ahora que lo se, ¿podré seguir adelante, o es esta la señal que me dice: abandona todo? Por más que en ocasiones pensar mucho las cosas nos salva, también es bueno dejarse llevar por el inconciente, porque es éste el que verdaderamente demuestra los reflejos de nuestra personalidad, y cuando me paro frente a situaciones como ésta, busco dos salidas: el pensamiento y el inconciente. Evaluar lo que dice la cabeza y compararlo con el instinto inmediato del alma nos permite tomar desiciones haciendo lo que nos parece lo más correcto.
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