
Y después de cada encuentro con aquella situación que me torturaba dos veces al día, eliminaba cada sustancia de mi cuerpo. Sacaba de adentro mío aquellas cosas que los demás conseideraban buenas mientras yo las sentía el peor castigo. Se iban de mí, pero también se llevaban mi alma, mis penas, mis fallas. No me costaba para nada barato, consigo traía una adiccion a repetirlo cada vez que lo necesitase. Generandome pensamientos confusos que me inspiraban a más.. más dolor, más tortura, más mal. Ideando en mi mente todo tipo de estrategias, oscuras estrategias que no eran precisamente para mi propio bien, sino para adelantarle trabajo a aquel que podría resultar ser mi asesino, descontandome minutos de vida. Todo sin una gran importancia, teniendo sabidas las consecuencia que traía. Pero aún así, se volvía cada vez más dulce, adictivo y placentero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario