
Esos momentos en los que si vos volabas, yo también. Si yo subía, vos subías, si vos querías, yo quería, si yo me iba, vos me seguías. Cuando uno era el otro, y sin importar nada íbamos de la mano por donde sea. Ignorábamos comentarios, rumores, estupideces que nos pudieran llegar a hacer mal y seguíamos siempre con la cabeza adelante, afirmando un futuro mejor. Así pasamos mucho tiempo, hasta que caímos que no todo era de color de rosa, que los rumores pueden ser verdad, que ignorar las cosas no es la solución, cuando nos dimos cuenta de que cada uno tomaba sus propias desiciones e iba por su propio camino. Ahí, fue cuando despertamos juntos de un sueño que hubiéramos querido que se cumpla. Y ese fue nuestro adiós, que creímos que no era para siempre, pero sí, fue así.
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