sábado, 11 de octubre de 2008


Ella algún día será amada como se merece. Será respetada por quienes más le interesan, la vestirán los mejores diseñadores, la aconsejaran los mejores psicólogos, la peinaran las mejores peluqueras, le enseñaran modales las mejor institutrices, elegirá por sí misma, tendrá obligaciones que disfrutará, se comprará las mejores zapatillas, tendrá la mejor casa, irá al mejor colegio, caminará por las mejores calles, viajará a los mejores lugares, creará las mejores ideas, abrirá las puertas a el mejor paraíso, encenderá luces por doquier, construirá su propia personalidad, será educada, libre y sincera, vivirá al mejor nivel. Pero, ¿será feliz? Sólo si ella se lo propone. Sólo si piensa en un futuro mejor, afirmativo. Si se levanta dispuesta a salir adelante, si piensa en positivo, si sonríe al empezar su día, si disfruta con plenitud cada cosa que hace, si se enorgullece de sus logros, si continúa creyendo hasta en quienes le han fallado, si perdona, si comete errores, si pide disculpas, si cuenta qué le pasa, si se siente acompañada, si hace compañía a quienes lo necesitan, si por día realiza aunque sea una cosa que alegre a alguien más, si deja de pensar en lo mejor y más caro y se centraliza en lo más dulce y sincero, si hace lo que ella misma desea hacer dentro de los límites, si camina sin saber lo que le sucederá en los siguientes segundos, si levanta la mirada, si deja de echarse culpa por hechos del pasado y comienza a vivir el presente. Sólo si se presenta firme, y dispuesta. Si ella misma está de acuerdo con estar bien y ser feliz, lo será.

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